Objetivos y herramientas
¿Te has planteado cuáles son tus objetivos y cuáles tus herramientas a la hora de tocar un instrumento musical?
Con frecuencia nos dejamos arrastrar por la rutina y los objetivos que nuestro entorno parece imponer. Sin embargo, conviene no perder de vista por qué tocamos un instrumento y de qué manera podemos lograr nuestros objetivos.
¿Para qué tocas un instrumento?
Piénsalo. ¿Cuáles son tus objetivos a la hora de tocar un instrumento musical? La respuesta habitual es «tocar bien la obra» o «que le guste al público». Si lo piensas, estos objetivos imponen una presión excesiva a nuestra interpretación y además se centran en una satisfacción externa: que le guste a los demás.
Tocar bien la obra es un objetivo muy loable, de hecho, es el punto de llegada de nuestro estudio. Sin embargo, el destino no debería enturbiar el viaje. Es decir, si el hecho de no tocar bien la obra va a suponer un motivo de disgusto, probablemente estaremos semanas o meses viviendo muchos momentos de insatisfacción.
Por otra parte, si necesitamos la aprobación externa para sentir que hemos alcanzado nuestro objetivo, dependeremos del criterio de un público cuyas preocupaciones pueden no coincidir con las nuestras.
La música es todo un viaje, ¡no te lo pierdas!
¿Cuáles son tus objetivos?
Hacer música: parece obvio, pero con frecuencia se nos olvida que el objetivo fundamental de tocar un instrumento musical es precisamente hacer música. Es decir, expresar un fraseo, marcar bien la dirección interpretativa de la obra o transmitir las emociones adecuadas.
Pasarlo bien: si no disfrutas cuando tocas un instrumento musical, ¿para qué tocarlo? Por ese motivo, pasarlo bien tiene que ser otro de los objetivos esenciales a la hora de tocar un instrumento. Si lo pasas bien, querrás tocar más (haya público o no). Además, si lo pasas bien y alguien te escucha, se verá irremediablemente contagiado por esa emoción de felicidad.
¿Cuáles son tus herramientas?
Probablemente conozcas muchas herramientas para hacer música: desde hacer matices a marcar bien el rubato y el fraseo. Sin embargo, esas herramientas no necesariamente garantizan tu diversión.
Las herramientas para lograr estos dos objetivos son también dos y su denominador común es tener la actitud correcta:
Si te equivocas, ¡sonríe! Somos humanos, es muy posible que nos equivoquemos en algo (o en mucho, no importa). De esa manera tendrás una actitud más positiva para afrontar los siguientes puntos de tu interpretación.
Fíjate en lo bueno: lo que se practica, se perfecciona. Si solo te fijas en tus errores, cada día verás más. ¿Por qué no pruebas a fijarte en todo aquello que salga bien? Así, disfrutarás del proceso de aprendizaje de la obra y no solo cuando por fin salga todo o casi todo bien.
¿Y a tí? ¿Se te ocurren objetivos mejores que estos?