Goya y Beethoven: vidas paralelas

En 2014 realicé una investigación sobre los paralelismos en las vidas y obras de Goya y Beethoven para el Museo del Prado, donde presenté los resultados en distintas conferencias, cursos y actividades entre 2015 y  2017. Desde entonces he seguido ahondando en las dos figuras, participando como autora en el número especial sobre Goya de la Revista Muy Arte.

A partir de la temporada 2022-2023 colaboro con el programa de Radio Clásica «Sinfonía de la Mañana», presentado por Martín Llade y Clara Corrales. En él expongo algunos de paralelismos en las vidas y obras de Goya y Beethoven. En esta página podéis encontrar las obras de Goya y grabaciones de las de Beethoven de las que hablo en el programa así como los podcast de cada una de mis colaboraciones.

Goya nació en 1746 en Fuendetodos (Zaragoza). En 1770, cuando Goya tenía 24 años, nació Beethoven en Bonn (Alemania). Fallecieron con solo un año de diferencia: Beethoven en 1827 y Goya al año siguiente. ¿Se puede afirmar que vivieron vidas paralelas? No se conocieron ni se tiene constancia de que supieran el uno de la existencia del otro, sin embargo, estos dos artistas tienen algunas coincidencias que van más allá de su simultaneidad, como por ejemplo el hecho de que ambos partieron del Neoclasicismo pero lo sobrepasaron completamente; los dos crearon obras destinadas a un público aristócrata, existiendo algunos paralelismos claros que afectan incluso a nobles de la misma familia; vivieron la Revolución Francesa y sufrieron las guerras napoleónicas, hechos históricos que derivaron en representaciones artísticas por ambas partes en las que se puede apreciar una clara analogía; además, los dos padecieron la incomprensión por parte de la sociedad.

A lo largo de las colaboraciones con el programa estudio estas y otras semejanzas que nos permiten tanto establecer un acercamiento musical a las obras pictóricas de Goya como ilustrar gráficamente las obras musicales de Beethoven.

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Beethoven en 1815, cuando tenía 45 años. Retrato de Mähler, 1815
Beethoven en 1815, cuando tenía 45 años. Retrato de Mähler, 1815
Autoretrato de Goya, 1795, cuando tenía 49 años
Autoretrato de Goya, 1795, cuando tenía 49 años

Escenas campestres y pastorales

20 de octubre: escenas campestres, pastorales y creación de estilo

En esta primera colaboración hablo de las escenas campestres y pastorales que tanto Goya como Beethoven incluyeron en sus obras. En el caso de Goya, podemos ver estas imágenes en la mayoría de los cartones para tapices que se conservan en el Museo del Prado: La merienda, Pastor tocando la dulzaina, La cometa y La nevada (o El invierno) son algunos de los ejemplos. Por su parte, Beethoven retrata la naturaleza de una forma muy clara en su Sexta Sinfonía.

Además, analizo una herramienta utilizada por ambos autores para generar su propio estilo: la repetición. Así, podemos comprobar cómo algunos retratos de Goya guardan grandes parecidos entre sí:

La Reina Maria Luisa con Mantilla, el Retrato de la IX Marquesa de la Santa Cruz y la Duquesa de Alba son buenos ejemplos de ello.

Escenas folclóricas y de caza

17 de noviembre: escenas folclóricas y de caza

En la segunda colaboración hablo de las escenas folclóricas y de caza. La caza fue y sigue siendo una de las actividades favoritas de las clases gobernantes. Por ese motivo, Goya pintó escenas de cacerías, útiles de caza y personajes cazando. Por su parte, Beethoven incluyó un gran número de llamadas de caza en algunas de sus obras sinfónicas. Además, compuso un Canto de caza, una pequeña pieza para un carnaval titulada Ritterballet (ballet de los caballeros).

Por otra parte, las costumbres populares no solo fueron retratadas por Goya en un gran número de cartones, sino que el propio Beethoven escribió un buen puñado de canciones populares con textos de distintos países. Son casi 180 canciones escocesas, irlandesas, inglesas, italianas y cuatro de ellas son españolas. Se trata de Yo no quiero embarcarme, Una paloma blanca, Como la mariposa soy y Tiranilla.

Relación con la aristocracia

22 de diciembre: relación con la aristocracia (I)

Durante los programas del 22 de diciembre y 19 de enero hablo de la relación que Goya y Beethoven tuvieron con la aristocracia de Madrid y Viena respectivamente.

La aristocracia española le encargaba a Goya retratos privados con un solo protagonista o con la familia completa. Uno de los ejemplos más bellos es la familia del Duque de Osuna, en el cual aparecen los personajes en forma de pirámide. Este tipo de retratos no eran todavía muy comunes en España en ese momento, por lo que los Duques probablemente se lo encargaron a Goya para demostrar que estaban al día con las últimas modas europeas. Otros aristócratas solicitaron a Goya que los retratara incluyendo elementos que dejaran en evidencia su nivel cultural (como el XI Marqués de Villafranca con una partitura de Haydn en las manos) o la que sería su cuñada retratando a su hermano, mostrando no solo su habilidad como pintora sino su amor y cercanía con su marido.

Además, era muy frecuente que los aristócratas contrataran a buenos músicos para que se encargaran de la educación musical de sus hijos, especialmente de sus hijas. Por este motivo, Beethoven le dio clase a muchas muchachas vienesas de buenas familias. Por otra parte, escribió piezas musicales algo más sencillas con el fin de que ese público de las clases particulares las tocara. Estas piezas le permitieron también conseguir algunos ingresos a través de la venta de partituras.

Dada la cercanía de Beethoven a muchas familias aristocráticas, dedicó muchas de sus composiciones a distintos personajes de la nobleza como el Príncipe Lichnowsky, dedicatario de sus tríos Op. 1.Duran

Colaboración del 19 de enero: relación con la aristocracia (II)

Resulta curioso que Beethoven y Goya, pese a no conocerse y vivir en el mismo país en ningún momento de sus vidas, sí tuvieron relación con personas que pertenecían a la misma familia: los Borbones y los Waldstein.
Por ejemplo, hubo dos miembros de la familia de los Borbones que dedicaron su vida a los deberes eclesiásticos y que tuvieron relación con Goya y con Beethoven.
En España, el sobrino de Carlos III, era el cardenal don Luis Maria de Borbón y Vallabriga. Fue cardenal en Sevilla y arzobispo de Toledo, además de ser el primer Conde de Chinchón. Goya lo retrató varias veces a lo largo de su vida.
En Viena, Rudolf Johannes Joseph Rainier von Habsburg-Lothringen, también conocido como el «archiduque Rodolfo» era el hijo más joven del Emperador de Austria Leopoldo II y su mujer, María Luisa de Borbón (hija de Carlos III). Era, por tanto, nieto de Carlos III. También era arzobispo y luego cardenal y desde 1803 fue alumno de Beethoven. A él le dedicó un gran número de obras, entre ellas, el famoso trío Op. 97 conocido como «Trío del Archiduque».
Por otra parte, la familia Waldstein también tuvo relación con ambos artistas. Primero en Bonn (Alemania) y luego en Viena, el conde Ferdinand von Waldstein ayudó a Beethoven a abrirse camino entre la aristocracia. Por ello, Beethoven le dedicó su imponente sonata Op. 53 y también escribió unas variaciones para piano a cuatro manos WoO 67 sobre un tema escrito por el propio conde.
Una de las hermanas del conde von Waldstein terminó siendo la IX Marquesa de la Santa Cruz y fue retratada por Goya en un retrato muy parecido al de la Reina Maria Luisa con Mantilla.
Unos años después, Goya retrató a la X Marquesa de la Santa Cruz, quien por cierto era hija de los Duques de Osuna y que se casó con el hijo de la Marquesa von Waldstein.
 
 

Amores imposibles, amores inmortales

21 de febrero: Goya, Beethoven y el amor

Francisco de Goya se casó en 1773 con Josefa Bayeu, con quien tuvo 8 hijos, aunque solo uno llegó a la edad adulta. Tras la muerte de Josefa, en 1812, parece que Goya mantuvo una relación con otra mujer, Leocadia Zorrilla, que a su vez tenía una hija llamada Rosario Weiss. Goya pintó un único retrato de su mujer: un dibujo a lápiz realizado en 1805. Unos años después, pintó el óleo de una joven que parece ser Leocadia Zorrilla. Por otra parte, Goya trató el tema del amor y el matrimonio en su cartón La Boda. Se trata de una pintura en la que critica los matrimonios concertados, como hizo Leandro Fernández de Moratín en El sí de las niñas.

Beethoven nunca se casó y su vida amorosa fue tremendamente desdichada. De hecho, Beethoven padeció los matrimonios de conveniencia que tanto criticaban los ilustrados, ya que todas las mujeres de las que se enamoraban debían casarse con «mejores maridos». El amor no es un tema que llame la atención en la producción de Beethoven, como sí lo es la libertad, por ejemplo. No obstante, encontramos algunas joyas escondidas en su catálogo como son las canciones Ich liebe dich (Zärtliche Liebe, WoO 123) y Die Liebe (Op. 52 nº 6) o el cuarteto de voces Mir ist so wunderbar del primer acto de la ópera Fidelio

Sí se sabe, no obstante, que precisamente en 1812 vivió una tórrida historia de amor con una mujer sin identificar a la que conocemos como la «amada inmortal». Cinco años después de vivir la historia con la «amada inmortal», Beethoven escribió un ciclo de canciones titulado An die ferne Geliebte (A la amada lejana) Op. 98. Parece que esta amada lejana sería la misma que la amada inmortal.

 

Grandes ilustrados: amistad y veneración

9 de marzo: historias de amistad y veneración

Tanto Goya como Beethoven tuvieron un gran número de amigos que los apoyaron a lo largo de su vida. Goya retrató a muchos de ellos y casi todos los retratos tienen un denominador común: el fondo es oscuro y el gesto de retratado es amable, cercano y cálido, lo que demuestra el cariño con el que Goya los pintó.

El primer amigo de Goya fue Martín Zapater, un amigo de la infancia con quien mantuvo una sincera amistad a lo largo de toda su vida. Gracias a las 147 cartas que se conservan entre ambos, podemos conocer la cara más humana de Goya. Además, Goya se movió en círculos de ilustrados y personajes afrancesados como fue el caso de Leandro Fernández de Moratín, autor de El Sí de las niñas, quien se tuvo que exiliar en Francia y que acogió a Goya cuando también huyó a ese país. Otro de los amigos de Goya fue Gaspar Melchor de Jovellanos, uno de los personajes más extraordinarios, capaces y bondadosos que vivió en España, aunque lamentablemente no siempre gozó del respaldo y respeto político que merecía. Mientras pudo, ayudó y apoyó a Goya. También amigo de Jovellanos era Juan Agustín Ceán Bermúdez, pintor, historiador y crítico de arte. Goya lo retrató hasta en tres ocasiones.

Por su parte, Beethoven también tuvo muchos amigos a pesar de su mal carácter.
Uno de ellos fue Wegeler, amigo de la infancia y primer médico al que Beethoven le transmitió su preocupación por el avance de su sordera. Otro amigo de la infancia fue Stephan von Breuning, a quien Beethoven le dedicó el concierto para violín y orquesta. Además, Beethoven también tuvo contacto con el mayor literato alemán de su época: Johann Wolfgang von Goethe. Con él, Beethoven no tuvo amistad pero sí mantuvo un interesante encuentro fuente de numerosas anécdotas. Otro gran amigo del compositor fue el gran violinista Ignaz Schuppanzigh, objeto de burlas de Beethoven, pero también uno de los dos violinistas que tocó en todos los estrenos de sus sinfonías.

Napoleón y sus consecuencias

20 de abril: guerras napoelónicas

Al igual que todos los ciudadanos europeos de esa época, Goya y Beethoven vivieron las guerras napoleónicas y sufrieron sus consecuencias. Si bien es cierto que los dos mostraron su simpatía por los ideales revolucionarios, Goya tuvo que esconderse en ciertos momentos por haberse mostrado abiertamente afrancesado y Beethoven vivió una gran decepción cuando Napoleón se autoproclamó Emperador, lo que le hizo tachar su dedicatoria de la 3ª Sinfonia (titulada inicialmente Bonaparte) y llamarla «Heroica».

El 2 y 3 de mayo de 1808 son dos de los cuadros más icónicos de Goya. Representan el primer alzamiento del pueblo español contra la invasión francesa y la represalia del ejército francés al día siguiente, con sus fusilamientos.

En su serie «Desastres de la Guerra» Goya representa muchas de las atrocidades cometidas por uno y otro bando, haciendo hincapié en la violencia extrema y la inocencia de un pueblo que se defendía con las armas de las que disponía.
La Guerra de la Independencia española tuvo una batalla crucial y definitiva en Vitoria, donde las tropas inglesas capitaneadas por el Duque de Wellington lograron vencer al ejército francés. Al Duque, Goya le pintó varios retratos. Beethoven escribió una obra descriptiva de esta batalla: La Batalla de Vitoria o la Victoria de Wellington. En ella hay disparos y cañonazos (consignados en la partitura con puntos blancos y negros).
Tras la derrota de Napoleón se celebró el Congreso de Viena, donde las potencias europeas pretendieron restablecer el anterior orden político. Para la inauguración de dicho Congreso, Beethoven compuso una obra titulada «Der glorreiche Augenblick» (El momento glorioso).  Mientras Viena se llenó de dignatarios y celebró fastuosas fiestas para propiciar reuniones, en España, cuya participación en el Congreso de Viena fue muy limitada, se vivió en esas fechas el regreso de Fernando VII, como reflejo del retorno a la política del antiguo régimen.

 

Oscuridad y abismo

22 de mayo: sordera, introspección, amargura vital y creativa

La sordera es uno de los elementos en común más evidentes entre Goya y Beethoven. Sin embargo, sus sorderas fueron muy distintas: en el caso de Beethoven, padeció una sordera progresiva a partir de 1796. En el de Goya, la sordera fue súbita en 1793. Lo cierto es que en ambos artistas esta afección provocó una crisis existencial y creativa con evidentes efectos en su creación. Los dos se sometieron a todos los tratamientos médicos que encontraron, sin efectos positivos. Goya aprendió lengua de signos. Beethoven probó todo tipo de artilugios para amplificar el sonido y llegó a plantearse el suicidio como posibilidad. De hecho, escribió un doloroso testamento en Heiligenstadt. Pero a pesar de todas las  adversidades, los dos siguieron viviendo y creando, probablemente conscientes de su papel en la historia.

Las Pinturas Negras, los Desastres de la Guerra y los Caprichos son obras fundamentales en el catálogo de obras de Goya donde trasluce esa oscuridad y abismo al que se vio abocado. Por su parte, la marcha fúnebre de la Tercera Sinfonía, su único Oratorio «Cristo en el Monte de los Olivos», o el segundo movimiento de la sonata Op. 10 en Re Mayor de Beethoven también reflejan esa fuerte carga emocional e introspección creativa del genial compositor.

Amor por la libertad

1 de junio: últimos años, últimas creaciones

Los últimos años de las vidas de Goya y Beethoven estuvieron marcados por la búsqueda incesante de su libertad.
Goya tuvo que exiliarse a Burdeos para encontrar la libertad que no tenía en España, ni él ni sus amigos y seres queridos.
Beethoven no pudo irse de Viena porque había firmado un contrato con tres nobles que le impedía abandonar la ciudad, pero vivió esos últimos años alejado de la mayor parte de la sociedad.

Curiosamente, los dos artistas fueron vigilados por la policía, tal vez por ese amor a la libertad al que cantaron en sus respectivas obras.

En estos últimos años de existencia, los dos dedicaron sus esfuerzos creativos a obras destinadas al disfrute privado. Beethoven solo compuso 2 obras para el gran público: la Misa Solemnis y la Novena Sinfonía. Las demás obras fueron sus últimas cinco sonatas para piano, las Variaciones Diabelli y los últimos cinco cuartetos, en los que explora y expande la forma musical sin limitaciones. Goya pintó un gran número de dibujos para sus cuadernos y retrató a muchos de sus amigos.

Ninguno de los dos dejó de crear ni dejó de aprender mientras tuvo fuerzas. Beethoven dejó un esbozo de una décima sinfonía. Goya aprendió la técnica de la litografía cuando era un anciano.

Contra todas las adversidades, los dos artistas supieron reponerse y continuar luchando por su libertad.

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20 octubre 2022: Escenas campestres, pastorales y creación de estilo

22 diciembre 2022: relación con la aristocracia (I)

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